“ El agua

puede ser

un confín.

A veces es la forma que conduce una

ciudad y en otras que reúne las historias

de dos sentidos de orientación.

Quitar el agua que nos divide para unir en un

solo volumen es una forma de hacer ciudad.

Quitar la mirada del agua para no encontrar

un borde. El agua está entre un barrio y el

otro y a veces los puentes no existen, o se

bombardean o se levantan. Otra veces se

tapan o se sobreponen otros puentes. Un

puente sin agua que es un monumento es

vago recuerdo de ese tiempo. .

Un puente castrado de su propósito. Solo

invita a imaginar la pobreza del sentido de

una ciudad sobre y bajo el concreto

hidraúlico. Construir para tapar para castrar.

A que se castra cuando se tapa el agua.

Hacer ciudad de la castración del agua.

Tapar, entubar, colar y olvidar de donde o

como es la forma del agua.

Domesticar el

agua como

forma de darle

una forma

concreta.

Concretar la forma de la expansión del agua

para no volver a ver su reflejo. Recorrer otra

vez su caudal, su vestigio entre una plaza y

un puente que es una fuente, entre un ángel

custodio y un exconvento entre un extinto

molino y una ex fábrica de agua

embotelladora de agua purificada.

Purificadora de agua. Una ex purificadora

ahora hotel que también tiene agua

purificada en una alberca en la cima de ese

mismo hotel.

El agua ha cambiado de rumbo ahora está

más cerca del cielo, en una puebla de los

ángeles. Abajo el agua es estancada, entre

falsos ríos con fondo de malla negra que

divide a la tierra del agua para que no se

filtre. Ahí la gloría de un río amarrado a su

propia corriente, entubado bajo el recuerdo

del lago de San Francisco donde se lavaban

los caballos y con la misma agua que bebían

otros animales antes de que la historia se

comenzará a escribir pero que ahora

sabemos como acabará.